Dos posturas

Dos posturas ante el problema de la existencia del alma o la mente

Al preguntarnos si existe o no en el ser humano un "alma" o "espíritu", como realidad radicalmente distinta al cuerpo, nos encontramos con dos concepciones diferentes del hombre que generalmente vienen condicionadas por un punto de partida más general, una concepción de la vida y la realidad.

Los sistemas monistas, partiendo de una concepción materialista de la realidad, han desarrollado una antropología monista que afirma el carácter material y mortal del ser humano. Los dualismos, partiendo de una concepción no materialista de la realidad, han desarrollado antropologías dualistas en las que se afirma el carácter inmaterial e inmortal de la parte esencial del ser humano, el alma o espíritu.

Las antropologías dualistas o dualismos antropológicos conciben al hombre como un compuesto de dos realidades diferentes e independientes, cada una de las cuales produciría fenómenos distintos. El cerebro produce fenémenos biológicos, mientras que la mente produce fenómenos psíquicos o mentales.

Prácticamente todas las culturas son en cierta medida dualistas, ya que poseen ritos funerarios de sepultura, lo cual supone una cierta concepción dualista del ser humano. La sepultura permite el descanso o reposo eterno. Con ella se trata de evitar que las almas vaguen sin descanso una vez que se han separado del cuerpo.

Las antropologías monistas afirman que toda la realidad y, por tanto, también el ser humano, es explicable en términos de fuerzas materiales. El alma, el espíritu o la mente como realidad inmaterial y distinta del cuerpo no existe.

En algunas culturas, como la egipcia, se enterraba a los muertos junto con sus objetos personales, riquezas y alimentos, ya que estas cosas le serían necesarias en ese "largo viaje hacia una nueva forma de vida" que acababa de emprender.


Con respecto a nuestra tradicón cultural hay que decir que, salvo algunas excepciones, los grandes pensadores han defendido una concepción dualista del ser humano. Filósofos influyentes como Platón o Descartes han defendido la existencia del al

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